De acuerdo a nuestro amigo Elon Musk, la educación terciaria está sobrevalorada, y la verdad, me adhiero a esa opinión.
Y no lo hago por parecer radical. Es una opinión que deriva de mi experiencia de casi una década en el mundo laboral. A lo largo de ella he trabajado con cientos de personas y colegas, con y sin educación terciaria, y la realidad es que muchas veces uno resulta sorprendido.
En promedio, ir a la universidad y tener un titulo es beneficioso para la mayoría de personas, pero esto es por temas de trasfondo social, en lugar de sustancial.College is overrated https://t.co/JJMJAk3w7Y
— Elon Musk (@elonmusk) October 20, 2024
La universidad no garantiza el éxito laboral ni profesional. Adicional a que los currículos frecuentemente no se adaptan a las necesidades del evolutivo mercado laboral a la misma velocidad y es común resultar con una alta deuda luego de graduarse.
Volviendo a mi experiencia personal, me he dado cuenta que muchos graduados, incluso de universidades de renombre, frecuentemente no están lo suficientemente capacitados. Por el contrario, muchas personas autodidactas, ocasionalmente cuentan con habilidades superiores incluso sin contar con un titulo formal, derivado de un tema de incentivos. Muchos autodidactas estudian temas muy a fondo por simple pasión, lo que los lleva a ahondar más en estos.
El punto es que a pesar de que es más probable que aquellos con titulo estén mejor capacitados, no siempre es el caso, al menos en el mundo de la tecnología. Y si lo ponemos en una distribución estadística, diría que en el extremo de éxito es común encontrar personas sin educación formal pero con capacidades exhorbitantes. Es el caso de muchos fundadores que fueron a la universidad y que se retiraron antes de culminar.
En estos tiempos, las universidades ya no poseen el monopolio del conocimiento. Todo tipo de conocimiento es fácilmente accesible gratuitamente en internet. Por ende, a mi parecer, en cuanto a conocimiento se refiere, la universidad no es la grandiosa inversión que nos han vendido. Dicho eso, es excelente para temas de networking e investigación, pero completarla toma demasiado tiempo comparado a los resultados iniciales que ofrece. Esa misma cantidad de tiempo, enfocado en la práctica, quizá estaría mejor utilizado. De hecho, en cierta medida se vuelve un negocio muy lucrativo, lo cual distorsiona su esencia.
Si el objetivo es dedicarse a la academia, por alguna pasión a la investigación o al conocimiento, seguramente entonces no hay un mejor lugar que la universidad.
Expandiendo un poco en el tema del networking, para mi este es el principal punto a favor de las universidades si se busca verla como una inversión a futuro. Las conexiones que se pueden generar allí son incomparabales, y para bien o para mal, muchas veces es lo que más importa en un mundo nepotísta y burocrático.
El título físico que entrega la universidad tiene un peso importante al momento de buscar trabajo, pero no garantiza a un empleador que el contratado será óptimo, solo reduce en cierta medida ese riesgo, actuando como una suerte de filtro.
Me hace recordar un pasaje del libro Skin in the Game de Nassim Taleb, en donde, parafraseando, se explica que un autodidacta, o alguien quien ha tenido menos oportunidades para llegar al éxito, tiene mayor “skin in the game” que alguien que no, pues no se sabe si estudio una carrera por pasión o simplemente porque en el momento era la carrera con mejores prospectos laborales, a pesar de no tener demasiado interés por la misma más alla del superficial o monetario.
Pero siendo honestos, si el factor esencial es el conocimiento, este se puede adquirir gratuitamente y poner en práctica también con suficiente autodisciplina. El problema entonces es que el mundo laboral no está aún preparado para dar mayor protagonismo a aquellos con conocimientos demostrables de maneras alternas al título universitario.